Monday, January 26, 2009

Otra columna del Padre Berríos

Notable lo del padre Berríos. Desde hace algunas semanas, en mi opinión, está escribiendo columnas inusualmente directas (sólo falta que ponga algunos nombres de vez en cuándo) sobre temas que queman... y harto.
Fue sobre las "universidades cota mil" hace poco, luego la OSU, y ahora sobre la Imagen País.
Sin duda, lecturas recomendables absolutas.
Bien por que alguien de la Iglesia, al menos uno, cumpla su rol ciudadano.

Pueden ver acá sus columnas.

Sobre Santiago

R. Gumucio ha escrito un artículo sobre los pecados nacionales en el suplemento El Sábado.
Comentando, humildemente, que algunos de los mencionados me parecen más "pecados de Santiago" que nacionales, les sugiero de todas formas leer el artículo (El Mercurio, 24/01/2009).
Destaco acá el párrafo sobre "el aburrimiento":

El aburrimiento
Un amigo acaba de llegar de Milán, horrorizado porque en la capital del fashion a las nueve de la noche está todo cerrado. Ni un alma, salvo algunos ancianos que pasean sus perros. Toque de queda permanente, sin miedo, rutinario y normal. En Londres, ciudad donde según dicen "está todo pasando", a las once de la noche dejan de servir alcohol. A la una de la mañana es difícil encontrar donde sentarse. En París las pocas fiestas que hay están estrictamente reguladas por el horario del metro (que cierra a las doce y media).
En Santiago la noche es bastante más generosa, ruidosa y peligrosa; sin embargo, misteriosamente, cada vez que hablo con un chileno me enfatiza lo aburrido que está, que ya no hay bohemia, que todo en Santiago es fome, que no hay vida nocturna, que se ha ido a Europa a respirar la verdadera vida. La verdadera vida en casi todo Europa se acuesta a las nueve de la noche, despierta a las siete y no va a restaurantes más que una vez al mes.
Sólo en España, país que incluyó la juerga en su escudo nacional, la fiesta nunca acaba, a cambio de largas siestas y de un estado de imbecilidad parcial de muchos de sus habitantes (los que más trasnochan). Chile le hace el peso al barrio de Malasaña, a Lavapiés, o a la Latina. En Santiago, por lo que recuerdo, hay mucha gente y muchas fiestas, y mucho más sexo que en casi todo Europa, y sin embargo los chilenos se aburren
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